El cristianismo medieval.
Durante la Edad Media, la iglesia era la única institución que estaba presente en toda Europa. Su influencia no era únicamente religiosa, también era fundamental en todo los campos de la vida cotidiana.
La vida diaria se regulaba por los tiempos eclesiásticos y los papas y obispos intervenían en la política interna y externa de las naciones como mediadores y jueces. Su poder económico era enorme porque poseía grandes extensiones de tierra y propiedades. Además de donaciones, recibían el diezmo, que era una contribución obligatoria de la décima parte de lo producido o ganado por todos los fieles.
La organización de la iglesia.
Los representantes de la iglesia conformaban el clero, que se dividía en dos grupos:
1) El clero secular. Este agrupaba a los representantes de la iglesia que vivían juntos con los laicos, es decir, las personas que no eran religiosas: el papa, los arzobispos, los obispos y los párrocos. Estos últimos tenían mayor contacto con la población y estaban a cargo de pequeños distritos llamados parroquias. Allí oficiaban los sacramentos e instruían a los fieles.
2) El clero regular. Este se llamaba así porque en su vida cotidiana sus miembros se regían por una regla en particular. Estaba conformado por abades, monjes y monjas, religiosos que, a diferencia del clero secular, vivían aislados y congregados en monasterios, donde se dedicaban a la oración, al estudio y al trabajo comunitario. Los monasterios europeos se regían por las regla de San Benito, escrita por Benito de Nursia en el año 529. Por ello, a los religiosos que practicaban esa regla se les llamó benedictinos.
Importancia de la iglesia.
Su influencia no se limitaba solo al plano religioso, sino que se extendía también al orden político, económico, social y cultural. Esta influencia puede observarse en la importancia del templo y del calendario religioso en la vida cotidiana de la vida aldeana. En lo político, los papas y los obispos intervenían en los asuntos de los Estados cristianos y servían de mediadores y jueces en las disputas de los señores.
El poder económico de la iglesia fue enorme porque una gran cantidad de tierras estaban en manos de muchos religiosos que también eran señores feudales y grandes extensiones de tierra eran propiedad de monasterios, conventos y catedrales. La iglesia también cobraba un tributo llamado diezmo, que era lo que tanto siervos como señores tenían que ceder a los religiosos de su localidad.
Las peregrinaciones.
Debido a la importancia que ocupaba la religión en la vida de las personas, los lugares donde guardaban las reliquias o donde se suponía que había vivido Jesús, María o los santos eran objetos de visita masivas o peregrinaciones. Jerusalén era el principal lugar de peregrinación; también lo fueron Roma y Santiago de Compostela en España.
Los problemas del clero.
La iglesia fue aumentando su riqueza y su poder lo que provocó que, poco a poco, las costumbres del clero se relajaran. Varios de los principales vicios de la época fueron:
1) La simonía, que consistía en la compra de cargos eclesiásticos por medio de influencia o dinero.
2) El nicolaísmo, es decir, el rechazo al celibato religioso.
3) El nepotismo, que era la preferencia que tenían algunos gobernantes o funcionarios por sus familiares para darle empleos sin tomar en cuenta su competencia para la labor, sino su lealtad o alianza.
4) La investidura laica o el nombramiento de religiosos por parte de poderes seculares y la gran corrupción en la alta jerarquía regular y secular.
Fuente bibliográfica.
Libro: "los caminos del saber", sociales 7°. Editorial Santillana. 2013. Pg. 126.
Pagina web: www.santillanaplus.com.co



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